En un post anterior titulado Mitos alimenticios que hay que derribar hablábamos de cómo hay informaciones sobre nutrición que enraízan dentro de nosotros y que, más allá de su fiabilidad científica, se convierten en mitos. Y un mito, cuando se habla de salud, no siempre es algo positivo. A causa del mito podemos convertir en rutina ciertas prácticas nutritivas que, a la larga, y lejos de beneficiarnos, acabarán perjudicándonos.

En este post vamos a dedicarnos a derribar algunos mitos más: aquéllos que hablando de trucos o de dietas nos dicen qué debemos hacer y qué no para adelgazar. Veamos algunos de esos mitos sobre cómo adelgazar.

Por ejemplo: ¿es verdad que para adelgazar hay que hacer muchas comidas al día? Sí, pero siempre con control. Es decir, lo que se debe distribuir en 4 o 6 tomas es una dieta equilibrada. Si comemos muchas veces al día de forma descontrolada no estaremos favoreciendo nuestro adelgazamiento, sino todo lo contrario. La principal ventaja que para adelgazar tiene el comer muchas veces al día es la provocación de una saciedad que impedirá que se produzca uno de nuestros grandes enemigos a la hora de adelgazar: el picar entre horas. Ese picar entre horas arruina todos los beneficios que podamos adquirir del seguimiento de una dieta equilibrada.

Carbohidratos y ejercicio físico

Otro de los mitos sobre cómo adelgazar que existen es el que considera las dietas proteínicas bajas en consumo de hidratos (o carentes de ellos) las mejores dietas para perder peso. Hay estudios bien fundamentados que apuntan, a la larga, a que los efectos de una dieta baja en carbohidratos y una dieta baja en grasas tienden a igualarse por mucho que, a corto plazo, los resultados de la baja en consumo de hidratos puedan resultar más llamativos. Además, una dieta baja en carbohidratos puede acabar acarreando una serie de efectos secundarios que pueden ir de la cefalea a la halitosis, pasando por el estreñimiento, los calambres o el malestar general.

Cuando se habla de cómo adelgazar se suele decir también que quien haga mucho ejercicio puede comer absolutamente lo que quiera. Esta afirmación, sin duda, es uno de los grandes mitos sobre cómo adelgazar que circulan por ahí. La práctica de ejercicio produce hambre. Saciar el hambre de manera descontrolada puede arruinar todo intento de adelgazar. Lo ingerido debe ajustarse, pues, al gasto energético de quien practica deporte. Si, llevados por el hambre, consumimos productos hipercalóricos sin control alguno, puede ser que, en lugar de perder peso, lo ganemos.

También es un mito sobre adelgazar eso que se dice de que los alimentos light no engordan. El alimento light es light respecto a su alimento de referencia. Que tenga un valor calórico inferior a éste no quiere decir que el alimento light no tenga el suficiente valor calórico como para no ser tenido en cuenta como agente que puede favorecer el ganar peso.

Mitos sobre líquidos y adelgazamiento

Otros de los mitos sobre cómo adelgazar existentes son los que hacen referencia a la ingesta de líquidos. Se dice, por ejemplo, que beber agua durante las comidas engorda. Y también se dice que el té sirve para quemar grasas. Tanto una afirmación como otra podrían ser englobadas en eso que estamos llamando mitos sobre cómo adelgazar.

En lo referente a la ingesta de agua podemos decir, por ejemplo, que el agua es un líquido acalórico. No debería pues, engordarnos. Al contrario, la sensación de saciedad que puede provocar puede hacer que se ingieran menos alimentos durante la comida y, por tanto, menos calorías, lo que jugaría a favor de nuestro adelgazamiento.

En lo que respecta al agua, también hay quien afirma que el agua caliente sirve para eliminar grasa. Ésta es, sin duda, otro mito sobre cómo adelgazar que no se sostiene sobre ninguna evidencia científica. La temperatura a la que se bebe un líquido acalórico como el agua no tiene nada que ver con la cantidad de grasa que nuestro cuerpo queme.

Por su parte, el té puede cumplir esa función de provocar la saciedad y puede ser muy beneficioso para nuestra salud al aportarnos una buena cantidad de antioxidantes. Respecto a la influencia de las moléculas de té sobre el modo que tiene el cuerpo humano de consumir grasas, sólo podemos decir que no existe ningún estudio fiable al respecto que sirva para sostener dicha afirmación.

¿Hay que pasar hambre? ¿Se puede comer carne?

Tampoco tienen fundamentos científicos sobre los que sostenerse algunos de los siguientes mitos sobre cómo adelgazar:

  • Para adelgazar hay que pasar hambre. No. No es necesario pasar hambre para adelgazar. Hay que comer alimentos con bajo índice calórico y varias veces al día. Hay que buscar alimentos que aumenten la sensación de saciedad. Eso permitirá adelgazar sin pasar hambre.
  • Los vegetarianos engordan menos. No necesariamente. Todo dependerá de cómo se combinen los alimentos.
  • La carne roja es mala para la salud. No necesariamente. Todo dependerá de cómo se consuma. No exceder de entre una y tres raciones semanales de carne roja es lo que la mayor parte de los dietistas recomiendan para que el consumo de carne roja no suponga un perjuicio para la salud.
  • Las dietas exprés funcionan. Esta afirmación es muy matizable. Funcionan, sí, pero a muy corto plazo. Además de que suelen ser dietas muy desequilibradas nutricionalmente, las dietas exprés son dietas que se caracterizan por la monotonía que implican sus rutinas. Dicha monotonía hace que este tipo de dietas sean muy difíciles de seguir. Al dejarlas, acostumbra a producirse lo que se conoce como “efecto rebote”, al que ya dedicamos un post en esta web.

Aunque puedan parecer extraños, sí existen dos mitos sobre cómo adelgazar que sí parecen estar fundamentados. Uno de ellos es ése que afirma que “comer delante de la tele engorda”. El otro, que una mala masticación lleva implícito un mayor riesgo de engordar. Una buena masticación facilita el que la persona pueda sentirse saciada. Si comemos rápido es probable que comamos más cantidad de alimentos de los necesarios. Por otro lado, al comer delante de la tele también tendemos a comer más, pues la sensación de saciedad llega más tarde.