Como ya hemos indicado en algún que otro artículo de este espacio dedicado a los suplementos nutricionales, la misión de éstos es ayudar a asumir una serie de nutrientes específicos que, por diversos motivos, no puedan ser asumidos gracias a la alimentación. En determinados casos (como pueden ser intolerancias a según qué alimentos, alergias o enfermedades), puede hacerse necesario el uso de suplementos alimenticios para aportar al organismo los niveles adecuados de ese nutriente que no le llega a través de la alimentación y que el organismo necesita para funcionar correctamente.

A la hora de plantearse el consumo de suplementos nutricionales hay que tener siempre presente que el consumo de éstos no puede entenderse como una dieta en sí. Su propio nombre (suplemento o complemento) indica claramente su función y su papel. Están hechos para complementar a la alimentación, para suplementarla, para aportar a ella lo que ésta no aporte, no para sustituirla.

Como hemos visto en otros artículos, los complementos nutricionales pueden ser fuentes concentradas de nutrientes o una concentración de sustancias con efectos fisiológicos. En el primer grupo podemos encontrar los suplementos de fibras, de proteínas, de grasas, de hidratos de carbono, de minerales, de vitaminas, etc. En el segundo grupo de suplementos nutricionales podemos encontrar aquéllos que concentran estimulantes, probióticos, fitoesteroles, enzimas o, por ejemplo, extractos de hierbas, frutos, raíces, etc.

En otros posts hemos hablado de suplementos nutricionales de origen químico. En esta ocasión vamos a hablar de los complementos alimenticios botánicos, es decir, de aquellos suplementos que proceden de productos naturales proporcionados por el reino vegetal.

Las plantas medicinales, en sí, no pueden ser catalogadas exactamente como complementos alimenticios. Las dosis de éstas presentes en las cápsulas o comprimidos en que suelen presentarse los suplementos alimenticios vegetales no aportan cantidades destacables de macros o micronutrientes como pueden ser proteínas, fibra, grasas, minerales, vitaminas, etc.

Así, plantas como el ajo, el cardo, el romero, la levadura de cerveza, la cúrcuma, la alfalfa, el ginseng, la hierba de San Juan, el ginkgo, el guaraná o la maca (entre muchos otros) no deberían ser consideradas, en sentido estricto, complementos alimenticios. El hecho de que se incluyan entre éstos se debe a que incluyen aceites esenciales, gingeroles, alcaloides y flavonoides, entre otras sustancias, que sí poseen o pueden poseer un más o menos importante efecto fisiológico.

Tipos de suplementos de plantas

Entre los suplementos alimenticios botánicos más comunes podemos destacar los siguientes:

  • Suplementos de proteínas o aminoácidos. En este grupo de suplementos alimenticios de plantas podemos encontrar la levadura de cerveza y la espirulina. Tanto una como otra son plantas ricas en minerales, proteínas y vitaminas.
  • Suplementos de aceites. El aceite de borraja, el de linaza, el de pescado o el de onagra serían algunos de los suplementos de aceites más importantes.
  • Suplementos de fibras. Si deseamos incrementar nuestra ingesta de fibra gracias al consumo de algún tipo de suplementos de plantas deberemos tomar, por ejemplo, suplementos de glucomanano, agar agar o inulina.
  • Suplementos de vitaminas y minerales. El escaramujo y la acerola son plantas ricas en vitaminas y minerales, así como el polen o el fucus. El polen, a su vez, nos aporta betacarotenos y fomenta la síntesis de la vitamina A. El de fucus, por su parte, es un suplemento alimenticio de origen vegetal rico en yodo.

En los próximos posts de nuestro blog dedicaremos una atención especial a algunos de estos complementos alimenticios elaborados con plantas.