No podemos concebir una rutina cosmética sin que intervengan en ella las mascarillas faciales. Gracias a la alta concentración de principios activos que encontramos en las mascarillas faciales éstas sirven para actual directamente sobre la piel tanto en sus capas más epidérmicas como en las más profundas.

Quien quiera cuidar de la piel de su cutis deberá, pues, utilizar al menos una vez por semana o cada quince días algún tipo de mascarilla facial que se adapte a las características de su piel.

Tipos de mascarillas según la función

Al escoger una mascarilla facial estás buscando un producto que cumpla unas determinadas funciones. Las principales funciones de las mascarillas faciales son hidratar, limpiar, relajar e iluminar la piel. Dependiendo de la función que deseemos cumplir, elegiremos alguno de los siguientes tipos de mascarilla facial:

  • Mascarillas hidratantes y nutritivas. Este tipo de mascarilla está indicado para todo tipo de pieles. Con una mascarilla de este tipo, tu piel se vuelve más suave y menos tirante. Este tipo de mascarilla acostumbra a tener entre sus ingredientes aceite de karité o extractos de caléndula o manzanilla.
  • Mascarillas purificadoras. Quien desee limpiar en profundidad sus poros, luchar contra la proliferación de puntos negros y reducir la producción de sebo deberá usar este tipo de mascarilla. Ideales para tratar las pieles grasas, las mascarillas purificadoras poseen entre sus componentes algas, arcilla y extracto de mentol.
  • Mascarillas calmantes. Este tipo de mascarillas sirven para eliminar rojeces, relajar la dermis y reducir la tirantez de la piel. Las personas que tengan la piel sensible deberán escoger este tipo de mascarillas en sus rutinas cosméticas de cuidado de la piel.
  • Mascarillas iluminadoras. Ácido hialurónico, colágeno y vitaminas. Éstos son algunos de los ingredientes principales de un tipo de mascarilla especialmente indicado para iluminar el rostro de una manera natural.

Tipos de mascarillas según la composición y textura

Más allá de la tipología de las mascarillas según la función que pueden cumplir, podemos encontrar otra tipología basándonos en su composición y en su textura. Según dicha clasificación, podemos encontrar los siguientes tipos de mascarillas:

  • Mascarillas peel off. Este tipo de mascarilla tiene textura de gel que deja en la piel una fina capa de gelatina. Al retirarla, esta capa de gelatina arrastra consigo las impurezas que pudieran existir en la piel. Para obtener un mejor resultado de la aplicación de este tipo de mascarilla facial hay que realizar un baño de vapor previo. Ese baño permitirá abrir los poros y éstos, abiertos, absorberán mejor los principios activos de la mascarilla. Para retirar la capa de gelatina que se forma sobre el rostro al aplicar las mascarillas peel off se recomienda tirar desde la zona inferior de la cara hacia la zona superior.
  • Mascarilla de barro. Este tipo de mascarilla facial cumple a la perfección una doble función: la de limpiar e hidratar el rostro al mismo tiempo. Si hay un ingrediente básico en este tipo de mascarillas es la arcilla. La arcilla no sólo calma y estimula la regeneración de la piel; también posee propiedades antisépticas que ayudan a velar por la salud del cutis. Este tipo de mascarilla se aplica con una brocha (o con las mismas manos) y se retira tras dejarla actuar durante 15 minutos. La mascarilla de barro puede retirarse con agua tibia y/o ayudándose de una esponja o toalla húmeda.
  • Mascarillas de velo. Las mascarillas de velo son mascarillas de celulosa impregnadas de principios activos muy variados. Estos principios pueden actuar como antiarrugas, para relajar, para hidratar o para aportar luminosidad.
  • Mascarillas en polvo. Para aplicar este tipo de mascarillas faciales hay que prepararlas antes. ¿Cómo? Con agua y polvo. Mezclando ambos ingredientes se conseguirá realizar una pasta homogénea que será la que deba aplicarse sobre la piel. Para aplicar este tipo de mascarilla se recomienda formar una capa sobre la piel de unos 2 mm sobre cuello, rostro y escote. Una vez que haya quedado compacta, lo que suele suceder transcurridos unos 10 o 15 minutos desde su aplicación, este tipo de mascarilla facial debe ser retirado.
  • Mascarillas cremosas. Si tienes la piel muy, muy seca, éste es el mejor tipo de mascarillas. Las mascarillas cremosas, además, favorecen la penetración de los nutrientes en la piel consiguiendo sobre la misma un muy positivo efecto emoliente.
  • Mascarillas parafínicas. Este tipo de mascarilla facial debe calentarse antes de ser aplicada sobre el rostro. Antes de aplicar este tipo de mascarilla, la piel debe estar protegida por una grasa especial.
  • Mascarillas burbuja. A este tipo de mascarilla facial se la llama popularmente “bubble mask”. ¿Por qué? Porque, elaboradas a partir de carbonatos, generan burbujas al ser aplicadas. Dichas burbujas sirven para limpiar los poros a fondo.
  • Mascarillas exfoliantes. Este tipo de mascarillas faciales incluye en su formulación pequeñas partículas que sirven para exfoliar el rostro. Para aplicar las mascarillas exfoliantes deberemos dibujar pequeños círculos sobre la piel. Ese pequeño masaje circular dejará el cutis suave y libre de células muertas.
  • Mascarillas efecto sauna. ¿Qué se consigue en la sauna? Que se abran los poros de la piel para, así, poder extraer mucho más fácilmente sus impurezas. Pues eso exactamente es lo que se consigue con este tipo de mascarilla: provocar una efecto de calor sobre la piel que sirve para abrir sus poros.

Una vez hayas escogido el tipo de mascarilla facial que mejor le vaya a tu piel la aplicarás tras haber limpiado tu piel perfectamente, eliminando de ella cualquier resto de maquillaje y tras haber realizado una exfoliación facial que, al tiempo que elimine las células muertas del cutis, permita una mejor absorción por parte de la piel de los principios activos de la mascarilla. Aplicada la mascarilla facial sobre tu rostro, la dejarás actuar durante el tiempo indicado en las instrucciones de uso de la misma. Dicho tiempo oscilará entre los 10 y los 20 minutos.