Los asistentes
El primer camino, y el más directo, para conseguir un ahorro significativo en tu boda es el de reducir el número de asistentes a la casi mínima expresión. La mínima, por supuesto, sois vosotros, los novios. A partir de ahí, la lista puede estirarse hasta lo inconcebible. En esta cuestión, qué duda cabe, influyen poderosamente los factores culturales. No es lo mismo una boda en un pueblo que una boda en la ciudad. En el pueblo, como suele decirse, se conoce todo el mundo; y el tipo de lazos que se establece entre las personas es diferente. También lo son los precios, claro. Por eso es más fácil encontrar largas listas de invitados en una boda rural que en una boda urbana.
En cualquier caso, hay que preguntarse quién queremos realmente que asista al evento. Más allá de eso, todo es un gasto extra. Además, y pensándolo bien: ¿a cuántas bodas no has acudido tú por simple compromiso? ¿No hubieras estado mejor (y te hubieras ahorrado una buena cantidad de dinero) si no hubieras sido invitado a ese evento? Pues plantéatelo desde ese punto de vista. Quizás más de una persona te agradezca que te hayas “olvidado” de ella.
Presupuestos
Siempre, absolutamente siempre, hay que pedir presupuestos de lo que deseamos. Y dejar bien claro lo que es. Que nada quede en el aire. Un aspecto en el aire (vamos a suponer… las flores) puede acabar por elevar la factura final en unos cientos de euros. Y esos cientos de euros, seguramente, irán muy bien para el viaje de bodas o para los gastos de casa. Por eso hay que cuadrarlo todo. Y comparar.
Conociendo un precio promedio podemos negociar con el proveedor. Porque casi siempre se puede negociar, y más en estos tiempos de crisis en los que, también para los dueños de restaurantes y complejos especializados en la celebración de bodas, cualquier cliente es bienvenido.
Esta negociación, si se hace con tiempo, tiene más posibilidades de triunfo que si, por ejemplo, se deja para última hora. La precipitación juega en contra del ahorro al celebrar una boda. Tener el día de la boda como quien dice a la vuelta de la esquina introduce en el cerebro de los novios un factor de miedo a quedarse sin local en el que celebrar su boda que puede hacerles tomar ideas precipitadas y, por ello, caras. Como la boda no se organiza en dos días, mejor empezar cuanto antes a tomar las decisiones importantes. Y la del local en la que celebrarla es, sin lugar a dudas, una de ellas.
La hora de la boda
Elige la mañana o el mediodía para celebrar tu boda. Te ahorrarás dinero. La comida cuesta menos que la cena. Además: por la mañana la gente bebe menos. Eso reducirá considerablemente el coste de las bebidas alcohólicas que se consuman.
La fecha de la boda
La fecha debe escogerse con un poco de picardía si queremos reducir costes en una boda. Hay días más y días menos solicitados. No cuesta lo mismo una boda en sábado que en domingo. Tampoco es lo mismo celebrarla un día cualquiera que, por ejemplo, el día de la Inmaculada. Hay temporadas más solicitadas que otras. La primavera, por ejemplo, es más cara que el invierno. La demanda determina de una manera fundamental el precio del restaurante.
La música de la boda
Sí, ya sabemos que una orquesta o una banda pueden resultar muy elegantes para animar musicalmente una boda, pero reconozcamos que ese nivel de elegancia tiene su coste. Que la música es imprescindible en una boda es algo que se da por supuesto. ¿De qué forma, si no, van a ir quemando el alcohol consumido durante la comida o en la barra libre los amigos y los primos calaveras y los tíos que a diario luchan contra el colesterol y el azúcar pero que hoy se han bebido hasta el agua de los jarrones con la excusa de que un día es un día y de que ¡qué coño!, ¡que se casa el sobrino al que más quiero!?
Pero de la necesidad de la existencia de música hasta la presencia de la banda hay, ¿cómo decirlo?, bastantes pueblos. Y no hay necesidad de pasárselos. Podemos tirar de dj o, más barato todavía, podemos echar mano del ipad o el pen drive. Se le dan al encargado del local, se le dice que lo conecten al equipo de música y, ¡hala!, a bailar. No será difícil encontrar I will survive, La Macarena, Following the leader o Paquito el chocolatero.
Las invitaciones de la boda
La elegancia está íntimamente ligada a la sencillez. También cuando hablamos de invitaciones. Con un diseño inteligentemente elegante podemos causar más impacto (y gastar menos dinero en una boda) que con otro más sobrecargado.
Si diseñamos las invitaciones nosotros mismos y las imprimimos en un bello papel, podemos ahorrarnos una buena cantidad de dinero y, al tiempo, resultar más cercanos, personales e íntimos. El envío de una invitación vía mail sería con toda seguridad el método más barato. Este método, además, permitiría la confirmación de asistencia en la misma respuesta. ¿Demasiado radical? Seguramente sí. Es probable que, de elegir ese método, la tía Eduviges, la hermana de la abuela, no lleve al día la revisión de su correo electrónico y se quede sin saber que nos casamos. Pero piensa en unos tarjetones de cartulina blanca de una textura especial impresa con una elegante letra negra. Cumplirán su cometido y no te saldrán por un ojo de la cara.
Los recuerdos de la boda
Lo mismo que hemos dicho de las invitaciones vale para los recuerdos de la boda si queremos reducir el coste de la misma. Nuestra creatividad puede resultar, a la larga, una fuente de ahorro. Si buscas ideas por internet, seguro que encuentras un buen puñado entre las que elegir. La que más te llame la atención será, seguramente, la idónea para ti y la que mejor se adapte a tu carácter y forma de ser. Y, por supuesto, a la de tu pareja. Con un poco de maña y la ayuda de alguien, y haciéndolo con tiempo, los recuerdos de boda deberían dejar de ser una preocupación por su coste.
Para resumir podríamos decir que no hay mejor manera de reducir el coste de una boda que la de priorizar. Es decir: decidir qué es imprescindible y qué no. La prioridad que se dé a cada cosa será, en el fondo, un reflejo de nuestra forma de ser. Establecidas las prioridades, es más sencillo ahorrar en lo no prioritario.