Hace ya varios años que se puso de moda la manteca de karité como producto destinado al cuidado de la piel. La manteca de karité se obtiene del prensado de las nueces del árbol así llamado y que se cría en Burkina Faso, Costa de Marfil, Mali y Sudán. La manteca de karité, muy apreciada en el mundo de la cosmética, ha sido utilizada en África desde tiempos antiguos. De hecho, se han encontrado escritos que demuestran hasta qué punto este producto ha sido y es uno de los productos más valorados por las tribus de dichos países.
Para obtener la manteca de karité se recolectan las nueces y se prensan en frío, directamente. Al prensar las nueces de ese modo se obtiene una grasa vegetal: la manteca de karité sin refinar, un producto que puede emplearse tanto en la elaboración de cosméticos como en la cocina.
El análisis químico de la manteca de karité nos revela que, entre otros componentes, posee ácido pamítico, ácido oleico, ácido linoleico, ácido eseteárico, esteroles y un alto contenido de vitaminas liposolubles, lo que la convierten en un producto que ayuda a hidratar la piel y que, además, genera sobre la misma un efecto calmante.
Entre los beneficios de la manteca de karité podemos encontrar los siguientes:
- Protege la piel y ayuda a repararla.
- Hidrata y nutre la piel, lo que ayuda a volverla más elástica. Esto convierte a la manteca de karité en un producto muy indicado para tratar los pies y las manos ásperas.
- Ayuda a prevenir las estrías. Esto la convierte en un producto cosméticos ideal para antes o después del embarazo y para ser aplicada en cadera, nalgas, pecho y vientre.
- Ayuda a disminuir los signos de envejecimiento de la piel.
- Aplicada sobre la piel, la manteca de karité forma sobre la misma una película que la ayuda a protegerse de agresiones medioambientales como pueden ser el frío o el excesivo calor. La manteca de karité forma una especie de escudo natural en la piel y la protege de los rayos UVA y UVB. Tanto en verano como en los meses de crudo invierno, así como cuando el clima es seco en exceso, la manteca de karité es una sustancia de gran ayuda para nuestra piel.
- Hace más duradero el bronceado.
- Ayuda a prevenir la dermatitis y a mejorarla en caso de padecerla.
- Ayuda a calmar la piel tras la depilación con maquinilla o cera y gracias a sus propiedades curativas y anti-inflamatorias.
- Previene y cura la sequedad de los labios.
La manteca de karité suele emplearse también como tratamiento hidratante capilar, ya que sirve para recuperar el brillo del cabello y su suavidad y flexibilidad. Para aplicarla sobre el pelo hay que hacerlo en pequeñas cantidades y en estado puro. Una buena forma de aplicar la manteca de karité sobre el cabello en sus puntas y masajearlo suavemente. Una vez haya sido aplicada, envolveremos el cabello con una toalla húmeda y caliente durante media hora. Una vez transcurrido ese plazo de tiempo, lo lavaremos bien para que no quede en el cabello rastro de la manteca de karité. Este tratamiento hidratante basado en aplicación capilar de manteca de karité puede hacerse una vez a la semana.
Si deseamos hidratar nuestro cabello sirviéndonos de las propiedades hidratantes de la manteca de karité podemos tomarla en estado líquido (convertida en aceite) y mezclarla con nuestra crema hidratante o con nuestra mascarilla. Para derretir la manteca de karité debemos evitar el uso del microondas, ya que al utilizar este electrodoméstico la manteca alcanza demasiada temperatura y, al hacerlo, pierde gran parte de sus propiedades. Así, para convertir en líquido la manteca de karité hay que derretirla a fuego lento sin que llegue a hervir.
La manteca de karité puede aplicarse también mezclada con distintos aceites vegetales. Entre dichos aceites vegetales podemos distinguir el argán, el de oliva, el de sésamo, el de lavanda o el de rosa mosqueta.