No descubrimos nada si afirmamos que al mundo de la alimentación y las dietas no cesan de incorporarse nuevos conceptos. De golpe, un alimento en particular se convierte en un imprescindible de toda dieta saludable y uno que antes había ocupado ese lugar pasa, en un visto y no visto, a engrosar, en el mejor de los casos, el listado de aquellos alimentos que, pese a poseer ciertas virtudes para el organismo, deben ser consumidos con cierta moderación.
Uno de los últimos conceptos que ha hecho fortuna en el mundo de la alimentación y el de las dietas es el concepto de “healthy”. El menú healthy, seguido, al parecer, por figuras como Gwyneth Paltrow o Jessica Alba, se ha convertido en sinónimo de salud y son muchos los medios que recogen recetas de este tipo de dieta.
El menú healthy o, dicho de otro modo, el menú saludable, como todo nuevo menú o todo nuevo tipo de dieta, aparca momentáneamente dietas que hasta no hace demasiado gozaron del favor de la gente o les cuelga, de manera casi irremediable, el cartel de “dietas inútiles” o, lo que es peor, “dietas dañinas”.
La primera moda que el menú healthy se lleva por delante es la moda de lo “détox”. La propuesta del menú healthy es comer limpio para, de ese modo, no tener que realizar la tarea de desintoxicación que se le enconmienda a la propuesta dietética “détox”.
El menú healthy defiende la inclusión de cinco raciones de fruta y verdura en la dieta diaria e incluye en sus platos la presencia de cereales integrales. Cuando hablan del consumo de fruta, los defensores del menú healthy recalcan que el zumo natural no debe sustituir al consumo de la pieza de fruta en sí. ¿El motivo? Al ingerir, por ejemplo, una naranja entera, ingerimos fructosa, sí, pero también fibra, minerales y vitaminas. Al exprimir la naranja en la licuadora, parte de esas fibras, minerales y vitaminas quedan en ella y la fructosa, una forma de azúcar, queda más libre, por lo que se absorbe antes por el organismo, lo que no resulta positivo. Ingerir la pieza de fruta, además, sacia más que ingerir un zumo.
Al defender la inclusión de frutas y verduras en el menú healthy, los defensores de la dieta saludable recalcan la importancia de incorporar colorido y variedad.
Entre las frutas más defendidas y publicitadas en el menú healthy figura el jackfruit, una fruta originaria del sur de Asia y que, rica en proteínas y en vitamina C, se come tanto en dulce como en salado. La guanábana, el kale o el bimi son otras de esas “nuevas” frutas que deben formar parte de todo menú healthy que se precie.
Respecto a la inclusión de cereales integrales en la dieta, son muchos los defensores del menú healthy o menú saludable que hablan de cómo deben integrarse en la dieta granos de trigo integral, quinoa, cebada, avena o arroz integral. Los nutricionistas defensores del menú healthy recalcan cómo este tipo de granos tiene un efecto más moderado sobre los niveles sanguíneos de azúcar e insulina que, por ejemplo, el arroz blanco o el pan blanco.
En el menú healthy deben tener cabida, también, los alimentos ricos en proteínas. Entre estos alimentos hay que destacar el pescado, el pollo, las legumbres y las nueces. Los nutricionistas defensores del menú healthy, por el contrario, aconseja limitar las carnes rojas y, sobre todo, evitar carnes procesadas como puede ser el bacon, las salchichas, las butifarras y otras carnes de ese tipo.
Los defensores del menú healthy defienden la inclusión en el mismo de bebidas que no posean azúcares añadidos, preconizan la ingesta de suplementos nutricionales de ácido hialurónico y cantan las alabanzas de, por ejemplo, el arroz tostado.
Respecto al tema de las grasas, los defensores del menú healthy lo tienen claro. De entre todas las grasas consumidas, las insaturadas deben representar, porcentualmente, la mayor parte de la ingesta. Es éste el tipo de grasa presente en alimentos como el aceite de oliva, el salmón o el aguacate. Las grasas saturadas, por su parte, deben formar parte sólo de manera puntual en el menú healthy. Así, embutidos y leche deberían consumirse sólo de tanto en tanto y nunca a diario. Por su parte, las grasas trans e hidrogenadas (presentes, por ejemplo, en la bollería industrial o en los ‘snaks’) deberían ser desterradas de todo menú “healthy”.