Lo dijo la Universidad de Wyoming en un estudio realizado por su Escuela de Farmacia hace ya dos años: los alimentos que contienen chile picante pueden ayudarnos a quemar grasas sin que por ello tengamos que restringir las calorías de nuestra dieta. Al sostener esta afirmación, los autores de dicho estudio no hacían sino reafirmar lo que se apuntara, dos años antes, en otro estudio realizado por la Universidad de Maastricht: el chile, la cayena y las guindillas, es decir, los alimentos picantes, poseen un elemento, la capsaicina, que se encarga de disminuir los lípidos corporales mediante un mecanismo que se encarga de “asesinar” a las células grasas inmaduras. El director del equipo que se ha encargado de realizar el estudio de la Universidad de Wyoming ha ido más lejos todavía de lo que fueron los investigadores de los Países Bajos. Según el equipo estadounidense, la capsaicina podría convertirse en un suplemento dietético que sirviera para prevenir la obesidad.
Entre las funciones que se han otorgado a la capsaicina figura también la de provocar la síntesis de la colecistoquinina, una hormona que, estando presente en el intestino delgado, regula, en cierto modo, nuestro apetito. Dicho de otro modo: la capsaicina tiene un marcado poder saciante. Ingerir alimentos picantes, pues, serviría para eliminar la necesidad de ingerir otro tipo de alimentos más calóricos.
La capsaicina se encuentra presente en alimentos como el chile, el ajís, la guindilla, la paprika, el pimentón, la cayena, el tabasco, la pimienta, etc., y a ella y a los alimentos picantes, más allá del poder adelgazante, se les atribuyen diversas virtudes. Una de ellas es su beneficiosa influencia sobre la circulación sanguínea. Hay estudios que vinculan la capsaicina con la mejora en la función de nuestros vasos sanguíneos. Al parecer, la capsaicina activa los receptores que, en nuestro cuerpo, liberan un óxido, el óxido nítrico, que ayuda a bajar la tensión arterial y colabora en el correcto funcionamiento del flujo sanguíneo.
A los alimentos picantes se les otorga también funciones antiinflamatorias y la capacidad de reducir el riesgo de muerte prematura. Al mismo tiempo, la ingesta de alimentos picantes crea una sensación de ardor que el cerebro interpreta como dolor y ante el que reacciona generando endorfinas. Esta generación de las endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad, provoca en las personas una agradable sensación de bienestar.
En resumen, la capsaicina tiene sobre nuestro cuerpo los siguientes efectos:
- Incrementa la temperatura temporal acelerando nuestro metabolismo.
- Aporta mucha vitamina C o, lo que es lo mismo, un notable aporte de antioxidantes.
- Comemos más lentamente y nos sentimos saciadas más pronto.
- Tienen pocas calorías.
Lógicamente, que la capsaicina y los alimentos picantes tengan estos efectos beneficiosos y sirvan para adelgazar no significa que se deban ingerir en cantidades que excedan de la moderación. Como cualquier otro alimento, los alimentos picantes, tomados en exceso, pueden resultar perjudiciales para la salud.
Para empezar, hay que tener siempre presente que el cuerpo humano no es muy efectivo a la hora de metabolizar la capsaicina. Además, puede provocar irritación en las mucosas de nuestro sistema digestivo tanto en la boca como en el esófago, el estómago o el intestino.
La ingesta excesiva de comida picante puede provocar también ardor, diarrea, dolor abdominal y otra serie de problemas que hacen que alimentos como el chile, la cayena, el tabasco, la guindilla o la paprika estén absolutamente desaconsejadas para personas que padezcan úlceras, gastritis, hernia de hiato, reflujo gastroesofágico o cualquier tipo de inflamación del sistema digestivo.
Ya lo sabes: los alimentos picantes pueden ayudarte a mejorar tu figura pero debes consumirlos, siempre, con moderación. Y, tal y como recomendamos siempre, no olvides que la mejor figura es aquélla que es fruto de una dieta equilibrada y de la práctica habitual de ejercicio físico.