Una vez que se haya elegido en el seno de la pareja fecha y hora en la que se desea celebrar la boda, hay que reservar el lugar en el que se celebrará. Enfrentarse a esta tarea supone enfrentarse a uno de los momentos críticos de la preparación de una boda. Hay fechas que son, por decirlo de algún modo, inflacionarias; fechas que todo el mundo desea. Meses como mayo o junio, por ejemplo, son meses de overbooking de solicitudes. Parece como si toda la gente quisiera casarse en esos meses. La inestabilidad propia de los inicios de la primavera ha quedado atrás y el verano aún no ha enseñado sus dientes de calor y sofoco. Y eso es muy valorado por novios y novias. Huir del frío y de la lluvia es capital. Nadie quiere una boda bajo un diluvio otoñal. Ninguna novia desea temblar de frío para lucir su vestido nupcial.
En cualquier caso, es importante valorar el tipo de boda que se desea, es decir, el estilo de la boda. De esa decisión dependerá el tipo de ropa que se lleve a la misma y con ello se podrá acotar mucho mejor el marco temporal en el que se podría celebrar la boda.
Habiendo mirado previamente (y casi seleccionado) el lugar en el que celebrar el matrimonio, hay que mirar qué fechas hay disponibles en ese sitio. También es importante intentar cuadrar la fecha de la boda con las obligaciones laborales y las necesidades del lugar en el que se trabaja. No es cuestión de ponerse a mal con la gerencia de la empresa por una cuestión de fechas, máxime cuando el mercado laboral se haya como se haya. Cuadrar eso con las vacaciones, con los patrones climáticos de cada lugar, con las fiestas locales, con las características propias del tráfico de cada lugar, o con la disponibilidad de alojamiento si muchos invitados deben venir de lejos, no es, desde luego, tarea fácil. Por eso hay que tomárselo con paciencia. Y ser lo suficientemente flexibles como para no cerrarse en banda porque sí a nuevas opciones.
Teniendo en cuenta que el lugar de celebración de la boda y la restauración de la misma serán las dos partidas de mayor importancia en la columna de los gastos, hay que valorar, por ejemplo, qué ahorro podría suponer el realizar la boda en viernes o domingo. Celebrar un matrimonio en estos días de la semana es, por regla general, más económico que celebrarlo en sábado. Por otro lado, la opción del domingo puede no ser la más conveniente para según qué huéspedes. Probablemente los habrá que vengan de lejos, y acabar la boda y salir de viaje no es, desde luego, ni lo más agradable ni lo más recomendable.
Si se tiene problemas a la hora de decidir sobre la fecha, es importante detenerse un momento y examinar los calendarios no sólo de la pareja, sino también de la familia como conjunto. Por ejemplo: ¿hay fecha fijada para otras bodas de la familia (o de los amigos) en el mismo año? La familia, ¿tiene grandes cumpleaños u otro tipo de acontecimientos (graduaciones, etc.) que celebrar? ¿Hay salidas vacacionales ya preparadas u organizadas por algunos miembros de la familia?
¿Mañana, tarde o noche?
Las ceremonias de bodas pueden tener lugar por la mañana, a media tarde o avanzada ya ésta. Cada uno de estos horarios tiene sus propias características. La boda matutina, por ejemplo, puede resultar una gran idea para una pequeña boda. Una recepción con un brunch antes de las 11 de la mañana puede resultar muy apropiado tanto para proveedores como para invitados. Unos y otros podrán marchar pronto para dedicarse a otros quehaceres, los proveedores a otra celebración y los invitados a lo que ellos gusten.
La ceremonia y el banquete en forma de almuerzo presenta una ventaja sobre otros horarios: no obliga a los invitados foráneos a pasar la noche en la población de la boda. La comida, por otro lado, puede ser más consistente que en el caso de las bodas vespertinas.
Las bodas de tarde son la opción más popular para cualquier estilo de boda. Una ceremonia sobre las 17 horas, por ejemplo, puede resultar muy satisfactoria para la mayor parte de los invitados.
La boda nocturna, por su parte, es más glamurosa. Facilita una mayor elegancia en el tipo de ropa (sobre todo las mujeres) que se lleva a la misma y permite que se llegue al baile sin esperas ni demoras. Por otro lado, no es lo mismo bailar por la noche que hacerlo poco después del mediodía. Pero hay que considerar las características de los invitados. Si hay muchos niños, por ejemplo, puede ser un problema. Si hay personas de edad muy avanzada, también. Estas ceremonias nocturnas, por otro lado, suelen resultar más caras. El servicio resulta menos económico en la boda nocturna que en la boda celebrada alrededor del almuerzo.
Finalmente, la decisión de la fecha de la boda dependerá de tantos factores que lo mejor es amoldarse a las opciones que nos ofrezcan los sitios en los que se desea celebrar la boda (parroquia, registro civil, restaurante, etc.). Con mentalidad abierta y flexibilidad, todo llegará a buen puerto y la fecha escogida será, finalmente, la ideal.