El anillo, lógicamente, tiene que ser un anillo que guste a ambos miembros de la pareja. Pero hay muchos tipos de anillos de boda. Y los hay de muchos precios distintos. Es fácil dejarse llevar por la emoción o por la belleza de muchas de estas piezas y acabar gastándose más de lo que sería conveniente. Por eso es importante, antes de enfrentarse al proceso de búsqueda y compra de los anillos nupciales, decidir qué cantidad queremos gastarnos en ellos.
Si queremos cuadrar nuestro presupuesto, debemos ser inflexibles con nosotros mismos. A pesar de todo, está comprobado que siempre acaban saliendo extras. Y que esos extras acostumbran a incrementar la factura total de la boda en una cantidad que suele rondar el 10% del total de la misma. Para que ese 10% no se haga mayor, es fundamental evitar que el coste del anillo se nos dispare mucho más allá de lo que hemos presupuestado para él.
Son muchas las decisiones que tendremos que tomar al comprar los anillos de boda y esas decisiones determinarán, finalmente, el coste de los mismos. Para empezar, no valen igual el oro y el platino. No cuestan lo mismo el diamante que otras piedras preciosas. Para tomar esas decisiones, hay que conocer los tipos de anillos y tener claro lo que queremos.
Materiales del anillo nupcial
Para escoger nuestro anillo de boda tenemos que plantearnos, por ejemplo, qué tipo de banda deseamos. La banda es, por decirlo de algún modo, el anillo en sí. Es la parte circular que se coloca alrededor del dedo. Esta parte puede ser de oro, de oro blanco o de platino.
El oro es de color amarillo-anaranjado. Difícilmente se ofrecen anillos de oro puro. De hecho, el oro suele alearse con otro metal que le confiere mayor durabilidad. De esa aleación depende la intensidad de ese amarillo. Cuanto más claro es el amarillo mostrado por el oro, menos puro es ese oro. Más barato, por tanto, será el anillo.
El llamado oro blanco es el oro aleado con ciertos metales que dan a esa mezcla un color blanquecino. El metal que suele utilizarse para enchapar ese oro aleado es el rodio. Ese metal da al anillo un aspecto plateado brillante.
El platino, por su parte, es un metal duro y plateado. Que se opaque ligeramente con el tiempo es inevitable. Es propio de este metal.
Otro de los metales que últimamente se ha puesto de moda para la realización de anillos nupciales es el titanio. Será entre esos cuatro elementos entre los que tendrás que elegir tu anillo nupcial.
Una vez elegido el material de la banda, debes elegir el engarce. El engarce es la pieza que, unida a la banda, sirve para sujetar la piedra. Hay que tener en cuenta el uso del anillo para buscar un tipo de engarce que se adapte a ese uso. No es cuestión de perder la piedra a los pocos años de casarse. Un engarce de seis dientes o con bisel puede servir para que podamos estar tranquilos en ese aspecto.
Piedras para el anillo de bodas
La piedra es la pieza característica del anillo. Esa pieza acostumbra a ser un diamante, pero puede también ser otro tipo de piedra. Para elegir el diamante debes tener en cuenta varios factores. Esos factores son el color, la claridad, el corte, el quilataje y, por supuesto, el precio. El precio del diamante está íntimamente ligado a su tamaño.
Plantéate si merece la pena o no escoger un diamante más pequeño para engarzarlo en un anillo más sencillo o si, por el contrario, prefieres escoger otro tipo de piedra más barata pero que sea de mayor tamaño para tu anillo de boda. La esmeralda, el zafiro, el rubí o el topacio pueden ser esa piedra que, de manera elegante, redondee la imagen de vuestro anillo de boda. Eso sí: un diamante es un diamante, y no hay ninguna piedra que pueda competir con su glamour y elegancia.
Aceptando eso, y aceptado que su precio puede escaparse de nuestro presupuesto, hay que plantearse que el circonio o los diamantes de laboratorio son, también, opciones alternativas muy indicadas, en un momento dado, para abaratar el precio del anillo nupcial.
También es una opción abaratadora del coste total del anillo la de optar por un anillo de plata enchapado de rodio. Excluyendo la marca del metal, que siempre se señala en el interior del anillo, este anillo presentará muy pocas diferencias aparentes con el anillo de oro blanco y resultará bastante más barato.
En cualquier caso, antes de tomar la decisión definitiva lo mejor es acudir a un joyero de confianza. Nuestros conocidos, nuestra familia o nuestra propia experiencia pueden proporcionarnos el nombre de ese joyero. Una vez con él, lo primero que hay que hacer es decirle el presupuesto al que deseamos ajustarnos. Y, una vez se lo hayamos dicho, nuestra obligación será cumplir con nuestras propias indicaciones, es decir: ajustarnos inquebrantable y tozudamente a él. El “por un poco más qué más da” acostumbra a terminar, al final de la boda, con un incremento indeseado y sorprendente del coste total de la misma. Y eso es, precisamente, lo que pretendemos evitar a toda costa.