Es el gran enemigo tras la finalización de muchas dietas temporales. La mujer que ha seguido esa dieta y considera que la ha finalizado con éxito al constatar la pérdida de peso y alcanzar el peso deseado comprueba cómo, al poco tiempo de finalizar la dieta (que acostumbra a ser hipocalórica y muy estricta), el cuerpo aumenta rápidamente de peso. Es lo que se conoce como el efecto rebote o efecto yo-yo.
El efecto rebote es el gran responsable de que proliferen lo que se conoce como «dietas milagro«. Las personas, desesperadas al contemplar que la dieta en la que tanto había confiado no ha dado, finalmente, el resultado esperado (o que éste sólo había sido un espejismo temporal), busca desesperadamente otra dieta que pueda proporcionarle los resultados de la primera dieta no le dio.
Lo primero que hay que decir al hablar del efecto rebote es que suele ser fruto natural de todas aquellas dietas que, por pecar de desequilibradas y extremas, son demasiado deficientes o restrictivas en el aporte de los nutrientes que el cuerpo humano necesita para funcionar correctamente.
Hay que entender que, ante todo, el cuerpo humano intenta adaptarse a todo tipo de dietas para, de ese modo, garantizar su supervivencia. El cuerpo es un superviviente nato. Si nota una baja de calorías o nutrientes, el cuerpo se adapta a las nuevas circunstancias y, de una manera sabia, almacena el sobrante por si acaso lo necesitara. Este almacenar por si acaso es paralelo a la eliminación del agua y de la masa muscular. El cuerpo puede desprenderse de eso (o nutrirse de sus propios músculos) para, de ese modo, no necesitar tantos nutrientes para activar sus funciones básicas. Cuando la dieta se equilibra y esos nutrientes llegan, el cuerpo ya los almacena en forma de grasa, con los efectos que ello tiene para el peso y, por supuesto, para la apariencia física de la persona.
El peligro de las “dietas milagro”
Para evitar el efecto rebote resulta imprescindible, pues, mantener una dieta equilibrada y correcta y huir ante todo de las dietas milagro. Para distinguir a estas dietas milagro de una dieta equilibrada basta con fijarse en una serie de factores que van a determinar claramente que la dieta en cuestión es una dieta milagro.
Veamos cuáles pueden ser los factores que caracterizan a una dieta milagro:
- Su marcado carácter hipocalórico. Es decir: promueve un consumo de caloría que no alcanza las 1.300 en el caso de las mujeres y 1.500 en el caso de los hombres.
- La prohibición absoluta del consumo de algún tipo de macronutrientes como pueden ser los hidratos de carbono o las grasas. Como hemos señalado en algún post, la eliminación absoluta de las grasas o la reducción radical de su consumo son algunos de los errores más comunes que suelen producirse a la hora de diseñar una dieta de adelgazamiento. Las grasas son necesarias para el organismo. Sólo a partir del consumo de determinadas grasas el cuerpo humano puede asimilar algunas vitaminas, imprescindibles para el buen funcionamiento del organismo.
- La producción de una pérdida de peso superior al kilo por semana.
- La promoción del consumo de un determinado producto que se convierte en el protagonista estrella de la dieta y que acostumbra a dar nombre a la misma.
Para evitar el efecto rebote es, pues, imprescindible, buscar asesoramiento profesional y contrastado. Un buen nutricionista proporcionará las claves para seguir una dieta equilibrada que, lejos de prometer milagros de pérdida de peso a corto plazo, ofrezca una garantía de nutrición saludable y efectiva en términos de mantenimiento o pérdida de peso.
Para luchar contra la ansiedad que puede causar el hambre puede resultar eficaz la ingesta de algún pequeño capricho de tanto en tanto. Estos pequeños excesos, sin embargo, deben estar siempre compensados por la práctica más o menos habitual de algún tipo de actividad física o deporte. La práctica deportiva aumenta el gasto energético, lo que se traduce en una dieta que, para nutrirnos correctamente, debe ser más abundante. La mayor abundancia de estas dietas destinadas a personas que practican deporte hacen que la dieta no sea percibida como un “comer apenas nada”. Ello también ayudará a eliminar o imposibilitar el efecto rebote.
Uno de los consejos que los nutricionistas suelen dar para mantener una dieta equilibrada y, por tanto, para reducir las posibilidades de que pueda producirse un efecto rebote tras el final de la misma es apuntarse a un taller de cocina saludable. Aprender la forma de realizar nuevas recetas servirá para variar la dieta, hacerla más entretenida y, por tanto, para volverla más atractiva y efectiva. Hay mil maneras distintas de realizar ensaladas, mil formas de cocinas legumbres y mil recetas que pueden permitir la introducción de grasas e hidratos de carbono de una manera equilibrada y sana en nuestra dieta. Eso nos permitirá optimizar sus resultados y, a la postre, evitar el efecto rebote.