Una idea que no debería desdeñarse es la de abrir una cuenta bancaria separada de la cuenta corriente habitual para destinarla a los gastos de la boda. El tener una cuenta bancaria en exclusiva destinada a los gastos de la boda ayuda a mantener un registro de cuánto nos estamos gastando y a saber si nos mantenemos dentro de los márgenes del presupuesto.
Para realizar ese seguimiento de una manera adecuada es preciso que se consignen todos, absolutamente todos, los gastos relacionados con la boda. Desde el más grande hasta el más pequeño. Desde la paga y señal que se entregue al restaurante hasta los tratamientos faciales o de manicura. Tan importante es un cubierto como unas uñas postizas. Ambas cosas se consiguen con dinero y es precisamente eso, el dinero, lo que queremos tener bajo control. Para que sea así, puedes crear tu propio Excel o utilizar alguno de los muchos programas de software especialmente diseñados para bodas que se pueden encontrar en la web.
Si vas a crear tu propio gráfico, asegúrate de que tienes una columna destinada al coste estimado, otra al coste real y una tercera reservada para consignar cada cantidad de depósito que se va entregando. También hay que dejar espacio para anotar, por ejemplo, las fechas de vencimiento del depósito o los extras que vayan apareciendo.
Para realizar ese control de una manera eficiente es conveniente, también, marcarse una rutina. Destinar un tiempo de la semana a poner al día todos los datos. Que no pase excesivo tiempo entre cada sesión de control de cuentas es básico. ¿Qué te parece, por ejemplo, destinar un tiempo, pongamos los sábados por la mañana, mientras tomas un café o un zumo, a revisar las cuentas? Tu bolsillo te lo agradecerá.
Moderación en los gastos
A la hora de plantearte tu boda debes, sobre todo, pensar que la moderación, en todo, es una virtud. También en las bodas. Las bodas principescas reciben ese nombre porque están destinadas a príncipes y princesas. Y los padres de los príncipes y las princesas acostumbran a disponer de regios medios económicos que no están al alcance de cualquiera. Seguramente tú te sientes (y seguramente lo eres) la princesa de tu casa, pero debes ser consciente, ante todo, de tus posibilidades económicas.
Si tienes que endeudarte para pagar tu boda, hazlo por una cantidad que puedas saldar en un año. Pongamos en dos como mucho. ¿Para qué meter presión adicional al matrimonio recién estrenado si seguramente ya tendréis bastantes gastos para hacer frente a la hipoteca de tu vivienda y a los gastos corrientes del hogar (ya sabes, el agua, la luz, el gas, todas esas cosas que no son gratis y que están ahí, viviendo en un rincón del salón, pegando dentelladas sin descanso al montante total de vuestra nómina)?
En cualquier caso, si el cash no alcanza para pagar los gastos que vayan surgiendo hay que tener en cuenta dos cosas:
- No sobrecargar los gastos de la boda sobre la economía paterna.
- No cargar esos gastos a la Tarjeta de Crédito. Por regla general, los intereses que se cobran en las tarjetas de Crédito cuando se usan acostumbran a ser superiores a los que hay que desembolsar si se consigue un préstamo personal por parte de alguna entidad bancaria.
¿Quién paga los gastos de la boda?
Una boda es, en gran medida, un asunto de familia. Los padres, pues, también tienen su papel. Y su papel, en muchos casos, implica el pago de un porcentaje bastante elevado de la boda. Lo habitual es hablar con los respectivos padres por separado. Una buena idea sería realizar una reunión en grupo y delimitar, ahí, las responsabilidades pecuniarias de cada parte. ¿Qué pagarán los padres de la novia? ¿Qué pagarán los padres del novio? ¿Qué pagarán los novios?
Habitualmente, y según viene haciéndose desde hace ya un tiempo, los padres de la novia acostumbran a pagar los cubiertos de su familia y compromisos. Los padres del novio hacen lo mismo con los de la suya. ¿Y los novios? Los novios acostumbran a pagar los cubiertos de los amigos y el resto de elementos (álbumes de fotos, vídeo recordatorio, invitaciones, etc.). Todo esto, lógicamente, está directamente determinado por las posibilidades económicas de cada caso y por los funcionamientos internos de cada familia. En cualquier caso, y se negocie como se negocie, lo que los novios deberían tener presente en todo momento es que la boda es su boda y que, por tanto, debe ajustarse a sus gustos. Que los padres quieran imponer los suyos es algo casi inevitable, pero cuadrarse ante esas presiones es absolutamente necesario.
Tradicionalmente, sin embargo, vestido, tocado y peluquería, las invitaciones de boda, el ajuar de la novia, la música y los arreglos florales y el alquiler del automóvil en el caso de que fuera de alquiler, correspondían a los padres de la novia. Ellos se encargaban de costear los costes de todos esos elementos. A los del novio, por su parte, les tocaba pagar las alianzas, el ramo de la novia, el viaje de novios y el banquete.
Al hablar de quién paga qué en una boda no deberíamos olvidar el hecho de que cada lugar geográfico puede, también, determinar sus propias peculiaridades. En Catalunya, por ejemplo, el ramo de la novia acostumbra a ser un regalo que el padrino hace a la novia.