Hay dos máximas que cualquier mujer interesada en mantener una dieta sana debe tener presente. Una: la fruta desempeña una función fundamental en la dieta. Dos: lo ideal, a la hora de diseñar una dieta saludable, es apoyarnos en la medida de lo posible en los productos de temporada.

Habitualmente asociamos el consumo de fruta con la estación veraniega, pero durante el invierno también disponemos de un amplio abanico de frutas que nos van a permitir proveer a nuestro organismo de una gran cantidad de nutrientes. Gracias a la fruta incorporaremos a nuestro cuerpo gran parte de los minerales, vitaminas y fibra que necesitamos para funcionar correctamente. Al mismo tiempo, y gracias al consumo de fruta, podremos, también, hidratarnos correctamente.

Otra de las virtudes de la fruta es que resulta muy saciante y, al mismo tiempo, suele ser baja en calorías. Así, el consumo moderado de fruta nos ayudará a mantener la línea y a no engordar. Por otro lado, al optar por el consumo de fruta de temporada conseguiremos:

  1. Sacar más partido a los beneficios nutricionales de la fruta. La fruta aporta todos sus nutrientes cuando se encuentra en el momento óptimo de consumo.
  2. Ahorrarnos dinero en la cesta de la compra (siempre es más barato el producto de temporada).
  3. Apoyaremos al productor local pues, en un país como España, con una marcada riqueza agrícola y climatológica, el producto de temporada es un producto que, habitualmente, se produce en algún lugar relativamente cercano a nuestro lugar de residencia.

Ahora, cuando el invierno está a la vuelta de la esquina, es importante que sepamos cuáles son las frutas de invierno para, de ese modo, poder seguir una dieta más sana (ninguna lo es si no ingerimos frutas) durante los meses de frío. Es a ello, a destacar las principales frutas de invierno y sus virtudes más destacadas, a lo que vamos a dedicar este artículo.

Caqui

El caqui, kaki o palosanto es una de las frutas de invierno más interesantes desde el punto de vista de nuestra nutrición. De piel lisa, brillante y color anaranjado y pulpa jugosa y áspera, el caqui es una fruta muy dulce que se suele comer en crudo pero que también puede utilizarse para elaborar mermeladas y postres.

Entre los nutrientes que el caqui aporta a nuestro organismo podemos encontrar vitaminas (especialmente A y C) y minerales como el potasio (el más abundante y que nos ayuda a combatir la hipertensión arterial, el riesgo cardiovascular y la insuficiencia renal), el calcio, el fósforo, el hierro y el sodio. Su alto contenido en vitaminas A y C convierten al caqui en una fruta de invierno con un importante efecto antioxidante.

Chirimoya

De entre todas las frutas de invierno tropicales (procede originariamente de los altiplanos de Ecuador y Perú pero en la actualidad el 80% de la producción de chirimoyas se produce en Granada), la chirimoya es una de las más exquisitas. Su sabor recuerda a una mezcla entre piña y plátano, es decir, algo que es básicamente dulce pero que posee unos toques ácidos que la convierten en una fruta de invierno muy particular.

La carne de la chirimoya es una carne blanca y suave y está llena de semillas de tamaño mediano y color negro. Partiéndola por la mitad, la chirimoya suele comerse con cucharilla, aunque también pueden realizarse batidos en la licuadora.

Esta exquisita fruta de invierno no debe consumirse en exceso ni tras una comida copiosa. ¿Por qué? Porque tiene efectos laxantes. Con un gran efecto saciante, la chirimoya, consumida en las cantidades justas (no hay que consumir demasiado, pues es muy calórica) es una fruta muy adecuada para dietas de adelgazamiento.

La chirimoya es aconsejable contra la osteoporosis y nos ayuda a liberarnos del colesterol malo. También favorece el equilibrio de la flora intestinal, es antidepresiva, equilibra el sistema nervioso y funciona como un buen antioxidante natural.

Como fruta de invierno rica en minerales, vitaminas, proteínas y azúcares, la chirimoya es una fruta muy recomendable para ser introducida en las dietas infantiles.

Granada

Otra de las frutas de invierno que resultan muy ricas en vitaminas y minerales es la granada. Con una cáscara dura y coriácea, el interior de la granada está compuesto por muchas semillas rojas separadas por membranas y que parecen guardadas en saquitos repletos de zumo de color granate de delicioso sabor.

Con pocas calorías y muchos nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, grasas, potasio, sodio, fibra, calcio, yodo, etc.), la granada, dulce y sabrosa, es una fruta de invierno muy completa.

La granada posee propiedades antioxidantes, antisépticas y antiinflamatorias, mejora las funciones de los riñones, fortalece el corazón, mejora la salud cardiovascular, disminuye los síntomas de las crisis asmáticas, cuida de nuestra salud bucal y cutánea y combate la retención de líquidos, la hipertensión, la anemia ferropénica, el exceso de ácido úrico y los parásitos intestinales.

Naranjas

Puede que ahora las tengamos durante todo el año en las tiendas, pero el invierno es el momento ideal para comer naranjas. La naranja es, probablemente, la fruta de invierno por excelencia de la cultura mediterránea. De zumo o de mesa (de hecho unas y otras sólo se diferencian por su aspecto exterior), la naranja es una de las frutas que aporta mayor cantidad de vitamina C a quien la consume. Ese importante aporte de vitamina C la convierte en una fruta imprescindible en un tiempo en el que es de vital importancia reforzar nuestras defensas para luchar contra los resfriados y gripes propias del invierno. De hecho, hay nutricionistas que sostienen que una sola naranja puede proporcionar el 100% de la vitamina C que nuestro cuerpo necesita a diario.

Las naranjas, además de poseer vitaminas, es una gran fuente de aminoácidos, potasio, calcio, hierro y sodio. Entre otros, éstos son algunos de los beneficios principales de la naranja:

  • Protege las células de los posibles daños causados por los radicales libres.
  • Ayuda a bajar el colesterol.
  • Ayuda a reducir la hipertensión.
  • Promueve el correcto funcionamiento del sistema cardiovascular.
  • Ayuda al correcto funcionamiento cerebral.
  • Estimula la producción de glóbulos blanco, mejorando así el sistema inmunológico.
  • Alivia el dolor causado por la artritis.
  • Previene úlceras.
  • Ayuda a mantener una piel saludable.
  • Ayuda a mantener unos dientes y unos huesos saludables.

Como vemos, las naranjas es una de las más completas frutas de invierno de que podemos disponer en nuestra mesa. Podemos consumir las naranjas comiéndolas como tal, en zumo, en mermelada o en jalea.

Mandarinas o clementinas

¿Qué mejor golosina natural en invierno que una mandarina? ¿Qué mejor que saborear unos gajos de clementina para endulzar nuestra boca a lo largo del día y, al mismo tiempo, beneficiarnos de las múltiples virtudes de esta fruta de invierno?

Y es que la mandarina es una fruta rica en vitaminas B y C (en especial la segunda), caroteno, ácido cítrico y azúcar reductora. Siendo muy digestiva, la mandarina ayuda al buen funcionamiento intestinal y resulta muy recomendable como apoyo en el tratamiento de úlceras.

Otras de las propiedades más remarcables de la mandarina son sus propiedades broncodilatadoras y antiinflamatorias.

Junto a todas las frutas de invierno que hemos citado podemos encontrar también las manzanas, los membrillos, las peras, los pomelos y la uva. Todas ellas resultan muy apropiadas para enriquecer nuestra dieta en invierno y hacerla más saludable. De algunas de esas frutas y de sus propiedades específicas hablaremos en próximos artículos de nuestra sección dedicada a la nutrición