Somos una sociedad eminentemente cafetera. El café forma parte de nuestra cultura desde que tiempo inmemorial. Hay relatos legendarios sobre su origen. Hay mil leyendas creadas en torno a él. Se habla de pastores abisinios que descubrieron sus efectos estimulantes tras ver cómo reaccionaban sus cabras tras comer los pequeños frutos rojos de un determinado arbusto. Se comenta que un médico alemán que viajó por Oriente Medio lo describió por vez primera a mediados del siglo XVI y que fueron los mercaderes venecianos quienes, a finales de ese mismo siglo, lo trajeron a Europa.

Se ha documentado su rápida expansión y se ha comentado como anécdota de la historia del café el hecho de que algunos sacerdotes lo consideraran en su momento un brebaje inventado por Satanás. Si quedaba alguna duda sobre el carácter demoníaco del café, el papa Clemente VIII la borró de un plumazo. Cautivado por su sabor, Clemente lo bautizó y bendijo, exorcizándolo de toda influencia o posesión demoníaca.

Que de Europa saltó a América es algo sabido. Lo hizo en el siglo XVIII. Las primeras semillas fueron llegando en un corto período de tiempo a Brasil, Venezuela, Colombia, Estados Unidos… Hoy en día, el café es uno de los alimentos que más millones de dólares mueve en todo el mundo y uno de los que más polémicas ha levantado respecto a las bondades o no de su consumo.

¿Hasta qué punto es beneficioso el café para la salud? ¿Hasta qué punto conviene erradicarlo de la dieta y sustituirlo por otro tipo de alimentos? ¿Hasta qué punto puede figurar en la dieta de una mujer que realice fitness?

Los nutricionistas y estudiosos de la alimentación destacan cada vez más los beneficios del café incluso para aquellas personas que, de una manera habitual, practican deportes. Los beneficios del café, claro, estarán siempre asociados a un consumo moderado del mismo.

Beneficios del café

¿Qué podemos entender por un consumo moderado del café? Un máximo de dos tazas de café al día. Consumiendo esas dos tazas diarias de café, podríamos beneficiarnos de una serie de virtudes entre las que destacaríamos las siguientes:

  • El café, por su contenido en cafeína, estimula el sistema nervioso. Esa estimulación reduce la sensación de cansancio y aumenta la energía y la resistencia. El café, pues, proporciona energía.
  • Se ha valorado que con un consumo de más de cuatro tazas de café al día se reducen las posibilidades de desarrollar cáncer de colon y recto. Los ácidos biliares, que son los precursores de esta enfermedad, son inhibidos por el café.
  • Al dilatar los bronquios, el café sirve para combatir las crisis de asma y todas aquellas alergias que tengan un reflejo en el sistema respiratorio.
  • El café reduce el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2.
  • El café reduce el riesgo de desarrollar enfermedades como el Parkinson, el Alzheimer o la cirrosis.
  • El café despierta el sentido de alerta, la concentración y potencia la memoria a corto plazo.
  • Ayuda a prevenir la formación de cálculos biliares.
  • El café, en pequeñas dosis, sirve para sobrellevar la depresión.
  • El café (y especialmente el de la especie arábica) es un alimento rico en antioxidantes. Ingerir café ayuda, pues, a retardar el envejecimiento celular.

Junto a estos beneficios del café deberíamos destacar sus propiedades diuréticas y su aporte de magnesio, fluoruro y potasio.

Pese lo que se suele creer, no hay estudio alguno que demuestre científicamente la relación entre el consumo (moderado) de café y la elevación de la presión arterial o del ritmo cardíaco. Tampoco es cierto que el café pueda ser responsable directo de los ataques cardíacos. Al contrario: el café evita la aparición de coágulos sanguíneos.

Otro de los mitos que han derrumbado los estudios respecto al café es que éste pueda considerarse responsable de la deficiencia de calcio en los huesos y, por tanto, de la osteoporosis.

En contra del café

Como se ve, son muchos los beneficios que puede aportar el café. Sin embargo, no son pocos los nutricionistas que resaltan el hecho de que el café no es un nutriente y, como tal, el organismo debe proceder a su expulsión. Es decir: que el hígado debe metabolizar la cafeína para que pueda ser eliminada.

Estos nutricionistas que abogan por reducir al mínimo (o incluso erradicar) la ingesta de café de entre nuestros hábitos alimenticios, destacan como aspecto negativo de la cafeína el hecho de que sea utilizada en agricultura ecológica como herbicida, pesticida e insecticida. Es decir: que el café puede resultar mortal para muchos microorganismos vivos. Y algunos de esos microorganismos están en nuestro interior para cumplir con una función. La ingesta de café puede acabar con ellos y acabar provocando, según los detractores del café, algún tipo de desarreglo orgánico en nuestro cuerpo.

Estos nutricionistas, contradiciendo las afirmaciones anteriormente expuestas y defendidas por aquéllos que sí ven en el café una bebida saludable, sí sostienen que el café afecta negativamente a la osteoporosis y a la diabetes tipo 2 y que inhibe la absorción de vitaminas y minerales.

Sustitutos del café

Los detractores del café proponen sustituir su consumo por el de otro tipo de bebidas “energéticas” que puedan proporcionar ese plus de energía y estímulo que nos proporciona el café.

Entre dichas bebidas encontramos el cacao (poseedor de dopamina y teobromina y de una pequeña dosis de cafeína), la hierba mate (muy popular en Argentina e Uruguay y que posee, al igual que el café, entre un 1 y un 2% de cafeína), el guaraná (que debe consumirse en pequeñas dosis debido a su alta concentración de cafeína) o el ginseng americano. Esta última sustancia, utilizada en la medicina tradicional china, se utiliza actualmente para tratar la fatiga crónica, como tónico natural del organismo y, en algunos casos, para mejorar el rendimiento de los deportistas.

Junto a todas estas sustancias hay que destacar también el papel que, como sustituto del café, desempeña el té. Pese a contener teína (lo que viene a ser la cafeína del té), el té, y gracias a su contenido en catequinas, posee un mayor número de propiedades antioxidantes que el café, lo que hace que, a los ojos de estos nutricionistas, su consumo sea más beneficioso para la salud. Eso sí: siempre que se escojan las variedades del té blanco o el té verde. En ellas, la concentración de teína es menor.

Junto a estas bebidas podemos apuntar también el agua de coco, los zumos verdes, las bebidas a base de avena o las infusiones de jengibre. Todas estas bebidas son “bebidas energéticas”.

Ahora, conocidas las dos posturas (a favor y en contra) que los nutricionistas han adoptado históricamente respecto a los beneficios o perjuicios que para la salud encarna la ingesta diaria de café, te corresponde a ti decidir si continúas consumiendo café, si lo incluyes entre tus hábitos de consumo y, en caso de ser así, en qué dosis lo haces.

Si decides erradicar el café de tu dieta y deseas sustituirlo por alguna otra sustancia, escoge alguna de las que te hemos ofrecido en este post como posibles sustitutivos energéticos. Si, finalmente, decides no erradicar el café de tu dieta, decide qué tipo o tipos de cafés decides convertir en “tu café”. En un próximo post te hablaremos de los distintos tipos de grano de café para que puedas escoger tu preferido.