De entre todas las hierbas que arrastran la fama de ser útiles para garantizar el adelgazamiento, el ginseng es, sin duda, una de las más famosas. La riqueza en nutrientes de esta hierba china la convierten en un excelente reconstituyente energético que procura, entre otros, los siguientes beneficios:

  • Aumenta la ligereza mental.
  • Actúa contra la diabetes.
  • Hace disminuir los niveles de colesterol.
  • Reduce la sensación de fatiga.
  • Incrementa la resistencia física.
  • Mejora los procesos digestivos.
  • Previene la aparición de algunas células de tipo cancerígeno.
  • Estimula el sistema nervioso.
  • Estimula el sistema inmunológico.

En el caso de los hombres, además, hay estudios científicos que apuntan a que el ginseng aumenta la testosterona, incrementa la producción de espermatozoides y facilita la erección, por lo que podría ser entendido como un afrodisíaco.

El ginseng, además, posee propiedades que pueden convertirlo en una inestimable ayuda a la hora de adelgazar. ¿Qué propiedades son ésas? Fundamentalmente una: el ginseng acelera nuestro metabolismo. Es decir: hace que los alimentos se descompongan de una manera mucho más eficiente. Esto nos permite absorber con mayor rapidez los nutrientes y eliminar las sustancias de desecho, lo que revierte en una efectiva pérdida de peso.

Hay algo que, sin embargo, hay que tener siempre presente al valorar la valía del ginseng como alimento producto adelgazante. Existen diversos tipos de ginseng y no todos tienen el mismo efecto adelgazante. El ginseng de Siberia, por ejemplo, no resulta muy eficaz como adelgazante. Sí que es, sin embargo, un excelente tónico. Si se desea utilizar el ginseng para adelgazar es mejor recurrir a las especies originales de China, Corea o Estados Unidos.

Estos tres tipos de ginseng tienen efectos adelgazantes, pero cada uno de ellos actúa de un modo distinto. El ginseng americano está muy indicado para mejorar la resistencia física y para aliviar el estrés. Tiene un efecto, digamos, más enfriador. El ginseng oriental, por su parte, sirve más para “calentar”. Es decir: para acelerar nuestro metabolismo.

Recetas de ginseng para adelgazar

A la hora de escoger una presentación de ginseng podemos optar por la facilidad de consumo (las cápsulas y las pastillas serían, en este caso, la mejor opción) o por el mejor sabor de entre todas las presentaciones (optaríamos aquí por el ginseng en polvo o el extracto líquido de la raíz.

Una vez escogida la presentación de ginseng que queremos utilizar decidiremos en qué franja horaria del día lo consumiremos. En este sentido no hay duda de ningún tipo: el ginseng debe ser consumido antes o durante el almuerzo. Hacerlo más tarde puede provocarnos insomnio.

Veamos a continuación tres maneras diferentes de introducir el ginseng en nuestra dieta:

  • Añadiendo dos o tres gotas de extracto líquido de ginseng o una cucharadita de polvo en la fruta, la verdura o el puré de cereales que consumamos durante el desayuno.
  • Preparando un batido que contenga ginseng. Para realizar este batido mezclaremos en una licuadora un plátano maduro, media taza de leche baja en grasa, un yogurt, un tazón de fresas troceadas, una cucharadita de polvo de ginseng y entre dos y cuatro cubitos de hielo.
  • Preparando un té de ginseng.

¿Cómo hacer té de ginseng?

El té de ginseng es una excelente manera de disfrutar de las propiedades preventivas y curativas del ginseng. El té de ginseng tiene un sabor ligeramente picante. Por eso se recomienda el ingerirlo combinado con otros ingredientes. Una buena opción es añadir al té de ginseng unas cuantas gotitas de limón recién exprimido.

Podemos escoger diferentes maneras para realizar el té de ginseng. Una buena manera de elaborar un delicioso té de ginseng es cortando una rodaja muy fina de la raíz seca del ginseng e introduciendo ésta en la tetera con el té verde natural. En este caso, y para paliar la intensidad del ginseng, se recomienda añadir miel y canela a la infusión.

Otra manera de realizar un té de ginseng es disolviendo una cucharadita de polvo de raíz de jengibre en una taza de té verde natural. A esta infusión se le puede añadir también una pizca de miel o de algún otro tipo de edulcorante.

El de té de ginseng puede elaborarse también de la manera anteriormente explicada pero, en este caso, sustituyendo la cucharada de polvo de raíz por dos o tres gotas de extracto líquido de ginseng.

Efectos secundarios del ginseng

El ginseng, como cualquier otro producto, no es una panacea que sirva para todo. Es más: puede provocar una serie de efectos secundarios que hay que tener muy en cuenta. Por ejemplo: al estimular el sistema nervioso no es muy recomendable para las mujeres que sufran insomnio o ansiedad. Tampoco es muy recomendable para mujeres embarazadas.

El ginseng, además, posee propiedades anticoagulantes, por lo que no se recomienda su ingesta a ninguna persona que posea problemas de coagulación sanguínea. Sin duda, ningún hemofílico debería introducir el ginseng en su dieta.

Finalmente, hay que tener en cuenta que el consumo excesivamente continuado de ginseng puede acabar provocando una nada deseable subida de la tensión arterial.

Ante cualquier duda sobre la idoneidad o no de introducir el ginseng en tu dieta habitual te recomendamos que consultes a tu médico.