Perder peso no es una tarea sencilla. Las dietas milagrosas no existen. Adelgazar es el fruto de cambiar los hábitos alimenticios y, sobre todo, de mucho tesón. Nuestra mente desempeña un rol capital en toda dieta de adelgazamiento. Saber controlarla (e incluso saber engañarla) es fundamental para alcanzar el objetivo perseguido. Pero… ¿se puede engañar a la mente para comer menos? Sí. Hay trucos que lo permiten. Nosotros los hemos reunido en este post. De ti depende el aplicarlos o no.
De ti depende, también, el asumir algo que es muy real pero que no todo el mundo asume. Y es que no siempre comemos porque tengamos hambre. A veces comemos simplemente por gula. O por extasiarnos con un sabor que nos encanta. El resultado, sea cual sea el motivo que nos empuja a ello, siempre es el mismo: que acabamos comiendo más de lo que necesitamos. Y eso, claro, se traduce en una fea palabra: sobrepeso.
En este artículo vamos a proponerte unos trucos para adelgazar que te ayudarán a seguir la dieta que hayas elegido, a vencer a la ansiedad y a la gula y, en definitva, a ingerir menos alimentos. Todos los trucos, en el fondo, persiguen el mismo objetivo: conseguir engañar al cerebro para comer menos. Llevando a la práctica esos trucos nos resultará más fácil adelgazar.
Gastrofísica y trucos para engañar a la mente y comer menos
El término gastrofísica fue creado hace ya unos años por Charles Spence, un psicólogo de Oxford especializado en hábitos alimentarios. Con él, este profesor quería expresar que son muchos los factores que influyen en la experiencia de comer y beber.
Según apunta Spence, comemos más o menos dependiendo de factores tan variados como pueden ser el tamaño, la forma o el color de un plato o, incluso, el peso del tenedor.
Basándose en eso, este psicólogo propone los siguientes trucos para engañar al cerebro y comer menos:
- Optar por platos blancos reduciendo la cantidad de azúcar en los platos, ya que los platos con esa coloración «realzan» el sabor del azúcar.
- Optar por platos pequeños. Los platos grandes nos empujan inconscientemente a poner más comida en ellos.
- Sostener el plato o el bol con las manos. Nos saciaremos antes comiendo una manzana cortada y puesta en un bol que sujetamos con nuestras manos que comiendo la misma pieza de fruta a bocados.
- Escoger un plato rojo para comer snacks salados. El plato actúa de forma inconsciente sobre nuestra mente como un semáforo.
- Concentrarse en la comida. La televisión y el móvil nos distraen de lo importante (comer) y hacen que lo hagamos sin consciencia, por lo que acabamos ingiriendo más cantidad de comida de la que debemos. Tampoco es aconsejable, por el mismo motivo, trabajar con el portátil a la hora de comer. La práctica de la alimentación consciente o mindful eating es un buen camino para alimentarse de una forma saludable.
- Escuchar música lenta mientras comemos. Los ritmos acelerados pueden animarnos a ingerir más.
Siguiendo los consejos del psicólogo Charles Spence seguro que conseguimos engañar a la mente, pero esos no son los únicos trucos para adelgazar que te vamos a dar aquí. En el siguiente apartado encontrarás otros truquillos que te servirán para no ganar peso.
Otros trucos para engañar al cerebro y comer menos
Quienes son expertas en empezar y dejar dietas ya saben que acumular fracasos se convierte en un lastre psicológico que hay que evitar al empezar un nuevo plan de adelgazamiento.
Y es que adelgazar de manera saludable implica seguir una serie de hábitos y de rutinas (la de la práctica deportiva sería una de ellas) no siempre cómodas ni siempre sencillas de seguir.
En el apartado anterior hemos dado una serie de trucos que pueden resultar útiles para comer menos. Ahora daremos otros que deben servirte para liberarte de ese lastre psicológico del que hablábamos y que también te ayudarán la cantidad de comida ingerida. Y eso, por supuesto, jugará a favor de tu voluntad de adelgazar.
Lo primero que hay que tener presente es que no siempre el hambre es fisiológica. La mayoría de las veces que comemos al día es por nervios, aburrimiento, estrés, etc. Ese apetito que no nace de una necesidad fisiológica recibe el nombre de hambre emocional.
Para aprender a controlar ese hambre no fisiológica puedes seguir los siguientes consejos:
- Si notas que estás nerviosa y sólo piensas en “picar algo”, párate un momento, respira y espera unos minutos antes de ir directa a buscar algo de comida (que generalmente será una bomba de calorías). Ya verás cómo, poco a poco, la ansiedad desaparece.
- Revisa tu cocina y deshazte de todos los productos “no saludables” que encuentres en ella, como snacks, dulces, salsas, etc. Sustituye las patatas fritas por tortitas de arroz, las bebidas con gas por refrescos de agua, compra frutas y verduras. Si no tienes nada cerca que te provoque caer en la tentación, sencillamente no caerás en ella.
- Pon las frutas y la verdura a la vista en la nevera. Si es lo primero que ves al abrir el frigorífico, se incrementa bastante la posibilidad de que optes por alguno de estos alimentos sanos en lugar de optar por otros a la hora de «picar» o comer algo.
- Intenta distiguir claramente si lo que estás sintiendo en un momento determinado es hambre o es sed. En ocasiones confundimos ambas sensaciones y nos bastaría con beber un vaso de agua para hacer que esa sensación de «necesidad» pasara de largo.
- Mastica con insistencia cada bocado. Ésta es una excelente manera de engañar a la mente para comer menos. Los nutricionistas dicen que lo ideal es realizar entre 30 y 40 masticaciones a cada bocado. Nos sentiremos saciados antes y eso nos ayudará a no ingerir alimentos en exceso.
Finalmente, un último consejo para engañar a la mente para comer poco y para ayudarse a liberarse de todo el lastre psicológico que la haga actuar contrariamente a tus intereses por perder peso: si notas que te agobias con la dieta, permítete alguna licencia.
Es bueno que la mente se libere de vez en cuando. Es por eso que no debes sentirte culpable si una vez a la semana te regalas un momento de “relax” disfrutando de un trocito de chocolate negro o un refrescante helado. Simplemente, hazlo con moderación y no abuses de tus caprichos.
Somos humanos y tampoco podemos pretender no caer nunca en la tentación. Así que, siempre y cuando sigas una dieta equilibrada y la acompañes de ejercicio, no pasa nada si disfrutas de un delicioso bocado de vez en cuando.