Hay dietas que, por hache o por be, se ponen de moda en un momento determinado. Todos conocemos de alguna dieta que, de golpe y porrazo, corre de boca en boca. La gente las nombra, se declara fanática de su seguimiento y surge una corte de fieles seguidores que proclaman urbi et orbi los múltiples beneficios de esa dieta frente a los escasos beneficios que otras proporcionan.

El proceso siempre se desarrolla de un modo similar. Surge una dieta y, como champiñones, surgen proselitistas de esa dieta en concreto. Así, de las sombras emergen defensores de la dieta del grupo sanguíneo, paladines de la dieta hipocalórica y adalides de dietas con nombre de vegetal como la de la piña o la de la alcachofa. No faltan, tampoco, quien se convierte en valedor o valedora de las dietas más controvertidas. Aquí podríamos englobar a quienes defienden la dieta hCG (basada en inyecciones de gonadotropina coriónica humana, una hormona que las mujeres acostumbran a generar durante el embarazo), la dieta “Feeding Tube” (consistente en alimentarse con el contenido de una bolsita de alimentación y a través de un tubo que se mete por la nariz) o la dieta de la solitaria (fundamentada en la ingesta de huevos de tenia).

Una de las últimas dietas que ha hecho fortuna y que ha ganado un número mayor de seguidoras es la que se conoce como dieta flexitariana.

¿En qué consiste la dieta flexitariana?

¿De qué hablamos cuando hablamos de la dieta flexitariana? Fundamentalmente, de una dieta básicamente vegetariana (aunque los vegetarianos auténticos se nieguen a aceptarla como tal) que, en pequeñas dosis, permite alguna ingesta puntual de proteínas de origen animal.

La dieta flexitariana potencia la ingesta de frutas, verduras y legumbres y un racionamiento estricto del consumo de carne o pescado. ¿Hasta qué punto debe llegar ese racionamiento para que una dieta sea considerada una dieta flexitariana? ¿Qué se entiende por consumo puntual? ¿No es el de «consumo puntual» un concepto demasiado subjetivo?

Los expertos en nutrición no se ponen de acuerdo a la hora de establecer los límites que, en la dieta flexitariana, deben acotar el consumo de carne o pescado. Hay nutricionistas que rechazan el consumo de carne roja dentro de la dieta flexitariana y defienden el consumo de pescado azul (rico en Omega 3). Hay nutricionistas que hablan de convertir la carne en la guarnición de los vegetales. Hay nutricionistas que hablan de sustituir las proteínas que proporciona la carne por la que pueden aportarnos fuentes vegetales como pueden ser los frutos secos, las legumbres o el tofu. Éstos últimos, cercanos al vegetarianismo, defienden la promoción de las proteínas vegetales en detrimento de las animales. Hay nutricionistas, finalmente, que, intentando establecer unos límites porcentualmente determinados de cada uno de los tipos de alimentos a incorporar a la dieta, establecen que una dieta flexitariana saludable sería aquélla que proporcionara al organismo un 80% de alimentos de origen vegetal y un 20% de origen animal.

Como vemos, hay opiniones para todos los gustos entre los nutricionistas. Hay quien opina que la dieta flexitariana puede ser muy saludable y hay quien, por el contrario, opina que quizás no lo sea tanto. La planificación de la dieta en sí será, finalmente, lo que determine el grado de bondad de una dieta flexitariana. Para algunos nutricionistas, la dieta flexitariana exige el uso de suplementos alimenticios (entre ellos deberían resultar imprescindible los suplementos de vitamina B-12). Sólo gracias a esos suplementos, y siempre contando con la supervisión de un médico o un nutricionista, podrá la dieta flexitariana ser una dieta saludable.

Dieta diaria flexitariana

En cualquier caso, la dieta flexitariana, para ser saludable, debería integrar a diario 5 grupos alimenticios. Esos grupos alimenticios son los siguientes:

  • Alimentos vegetales ricos en proteínas: lentejas, tofu, huevos…
  • Frutas y verduras. Unas y otras son la base de la alimentación flexitariana.
  • Lácteos. No importa si es de origen animal o vegetal. Eso sí: deben estar siempre presente en la dieta flexitariana y deben consumirse a diario.
  • Carbohidratos integrales. La eliminación de carbohidratos refinados es esencial a la hora de mantener una dieta sana y equilibrada.
  • Azúcares naturales como la miel, la stevia o el sirope de ágave.

Una vez a la semana, además, el flexitariano podría/debería ingerir algún tipo de carne o pescado. Los nutricionistas que defienden la dieta flexitariana hacen hincapié siempre en la necesidad de que estos alimentos sean de origen ecológico. Los productos de origen ecológico tienen más valor nutricional.

Beneficios de la dieta flexitariana

Los grandes defensores de la dieta flexitariana señalan los siguientes beneficios de la misma:

  • Aumenta la esperanza de vida gracias al consumo de fibra, carbohidratos y antioxidantes.
  • Disminuye el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
  • Se evita el sobrepeso.
  • Se come carne y pescado de mayor calidad. ¿Por qué? Porque al comerlo menos a menudo podemos gastar un poco más al comprarlo.
  • Se fomenta el respeto por el medio ambiente ya que la cría de animales requiere el uso de más recursos ambientales que para cultivar hortalizas y frutas.