Que un país sea aquél en el que existe mayor esperanza de vida y en el que hay mayor número de personas centenarias censadas no puede ser fruto de la casualidad. Según las estadísticas, ese país es Japón. También es Japón uno de los lugares del mundo en el que las personas padecen menos enfermedades. Esto, sin duda, tampoco debe ser fruto del azar.

¿Dónde hay que encontrar el motivo de que japonesas y japoneses gocen, durante su vida, de una mejor salud y que, por regla general, fallezcan más tarde que las mujeres y hombres de otros países y culturas? Marcos Cartagena, directivo cofundador de la agencia de viajes Descubriendo Japón y estudioso de la cultura japonesa, ha intentado dar respuesta a esta pregunta en su obra El sistema Hanasaki. En ese libro, editado por la editorial Plataforma Actual, Marcos Cartagena recoge lo que él considera que son los nueve pilares del sistema Hanasaki y responsables directos de que japonesas y japoneses vivan más y con mejor estado de salud que las personas de otras culturas.

Sin duda alguna, una de las razones más poderosas que explica la mayor longevidad de las mujeres y hombres japoneses respecto a los miembros de otras culturas es el tipo de alimentación. ¿Por qué las personas de origen nipón acostumbran a vivir más y a ser más delgadas que las personas de otras culturas? Algunas de las claves (y parte fundamental del sistema Hanasaki) son las que a continuación os exponemos.

  • Hara hachi bu o no comer hasta llenarse. El concepto de Hará hachi bu se puede traducir como “barriga al 80 por ciento”. ¿Qué se quiere decir con eso? Que no hay que darse grandes atracones. Un estómago lleno al 100% es un estómago al que le cuesta digerir los alimentos. Con el estómago así, los órganos se desgastan más y la persona se siente más “pesada”. Por otro lado, el llenar el estómago provoca, a medio plazo, problemas de obesidad, diabetes y enfermedades hepáticas, problemas todos ellos muy propios de Occidente y con menor presencia no solo en Japón sino también en otros países orientales en los que la dieta es radicalmente diferente a la dieta a la que nosotros, los occidentales, estamos, por regla general, acostumbrados.
  • Comer despacio y masticar bien. No solemos masticar suficientemente los alimentos y eso pasa factura a nuestra salud. Masticando bien es menos fácil engordar, pues la persona tiene antes la sensación de haberse saciado. Este modo de comer, presente en las zonas rurales de Japón y defendido en occidente por quienes hacen bandera de la alimentación consciente o mindful eating, se ha perdido en gran medida en las grandes metrópolis de Japón donde, al adquirir rutinas laborales propias de occidente y una alimentación progresivamente más parecida a la occidental, se está perdiendo en buena parte la sabiduría de la alimentación tradicional japonesa.
  • Ingerir pocas calorías en comparación con las calorías que, por ejemplo, se suelen ingerir de media en España.
  • Hidratos de asimilación lenta. La dieta japonesa acostumbra a tener una alta tasa de carbohidratos, pero, al contrario de lo que ocurre en buena parte de la dieta occidental, esos carbohidratos son aportados por la verdura, la fruta y los cereales. Todos estos carbohidratos que acabamos de nombrar son carbohidratos de asimilación lenta y, por tanto, tardan más en convertirse en grasa de lo que tardan en hacerlo otros hidratos de carbono. Para seguir el método Hanasaki, pues, habría que incluir todos estos alimentos en nuestra dieta.
  • Poca carne. Los japoneses comen carne, sí; pero la cantidad de carne que incluyen en su dieta es, porcentualmente, más baja que la que incluimos, por ejemplo, en España. En la dieta japonesa, las proteínas son aportada principalmente por alimentos como las algas, la soja fermentada o el pescado.
  • Comer alimentos de temporada. Según este principio del método Hanasaki, la naturaleza debe marcar en buena medida el contenido de la dieta. Hay alimentos de primavera, alimentos de verano, alimentos de otoño y alimentos de invierno. Comiendo alimentos de temporada estamos comiendo alimentos frescos, alimentos cuyo cultivo no se ha forzado en un invernadero y que son mucho más ricos en nutrientes que éstos últimos.
  • Comer de manera tradicional. ¿A qué nos referimos cuando decimos “comer de manera tradicional”? A no comer alimentos empaquetados ni tratados. Es decir: a comprar los productos con los que vamos a cocinar en puestos de frutas y verduras, carnicerías y pescaderías. Así lo hacen en las zonas rurales de Japón, tal y como revela Cartagena al hablarnos del método Hanasaki, y eso se refleja en la salud y la longevidad de las personas que en ellas residen. Las comidas preparadas y el fast food son prácticas alimentarias que están resultando especialmente dañinas para el organismo. Con ese tipo de alimentación, alejada de la alimentación tradicional, es más difícil mantener la línea y más fácil enfermar.
  • No obsesionarse con las dietas. La rigidez a que obliga una dieta alimentaria implica, de alguna manera, un cierto grado de estrés. Ese estrés hay que eliminarlo, pues nos daña físicamente. Si hay un país tradicionalmente despreocupado con el tema de las dietas ése es, según apunta Marcos Cartagena en El sistema Hanasaki, ese país es Japón. Y eso, combinado con el resto de factores de los que hemos hablado, se convierte también, de algún modo, en factor que explica la buena salud generalizada de japonesas y japoneses y su resistencia a engordar. Su tendencia cultural natural a comer frutas, verduras y pescado hace que sea así.

Junto a estos consejos básicos de alimentación dentro del sistema Hanasaki hay otro, primordial, que nunca debe obviarse si se quiere mantener la línea y cuidar la salud, y ese consejo es el de mantener hábitos de vida saludable. Una actividad continua, la práctica de deporte de una manera moderada, una buena rutina de sueño (dormir siempre aproximadamente el mismo tiempo y yéndose a dormir a la misma hora), darse baños en aguas termales, recibir rayos de sol con moderación y liberarse de los vicios (alcohol en exceso, tabaco, etc.), son pasos imprescindibles para gozar de buena salud y de una buena línea. Todo eso, en palabras de Marcos Cartagena, formaría parte también del sistema Hanasaki.